CONSEJO SOCIAL EUROPEO (2002): Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación. Madrid: MECD-Instituto Cervantes-Anaya.
Tras algunas décadas de abandono como consecuencia del énfasis puesto en una mal entendida “comunicabilidad” del lenguaje, estudios recientes sobre la competencia fónica coinciden en considerarla una parte fundamental de las destrezas orales de la lengua, esto es, de la expresión oral, la comprensión auditiva y la interacción oral. En efecto, la pronunciación es el medio a través del cual se trasmite la información y, por lo tanto, la comprensión o no del mensaje por parte del oyente va a depender de la calidad de esa transmisión; en cuanto a la comprensión del mensaje, no podemos olvidarnos de que uno de los procesos fundamentales de esta destreza es el de la percepción de los elementos fónicos, de forma que si un individuo no identifica correctamente los segmentos que componen un texto oral, tendrá dificultades para comprenderlo e interpretarlo (Iruela, 2004: 27-30). Existe, por tanto una relación directa entre capacidad para percibir y discriminar elementos fónicos de la L2 (los contrastes fonológicos, los sonidos que representan a cada fonema, el ritmo, la entonación, el acento a nivel de palabra y de frase, etc.) y la capacidad para la comprensión del mensaje.